Debido a la vida agitada que lleva el ser humano de hoy, sólo en contadas ocasiones proyecta su mirada hacia el cielo y cuando lo hace parece que observa a un extraño, sin embargo, para el cielo nada de lo que existe o se mueve en este mundo le es ajeno.
La Astrología de la salud alcanzó en el pasado un importante sitial como producto de sus nexos con las distintas áreas del conocimiento. Sus campos de acción abarcan aspectos teóricos y prácticos
La ciencia de los astros a través de los signos del zodiaco establece ciertas pautas sobre las predisposiciones patológicas de cada signo. De acuerdo con las características zodiacales del cielo natal es factible precisar las enfermedades que puede desarrollar el nativo y conocer las épocas en donde está más expuesto a que surjan los males.
Como producto de la similitud natural que existe entre los planetas y las glándulas de secreción interna, es indudable que cada etapa de la vida plantea la posibilidad para que una glándula tenga mayor actividad que las otras, según la edad de la persona. De allí, que sea de gran valor conocer las correspondencias que existen, entre los planetas y los ciclos de siete años, por un lado, y por otro, las similitudes que cada uno de ellos tiene con las glándulas.
Así como la genética plantea que cada individuo posee un impulso muy preciso para la vida, que le abre las puertas para experimentar algunas cosas, la Astrología de igual manera, señala que cada persona tiene un sello estelar que permite conocer las dolencias a las que se está expuesto.
En la actualidad a la humanidad lo único que le interesa es solucionar el mal y encontrar los caminos para resolverlo de manera superficial, olvidando por completo que esa enfermedad tiene una raíz y que se necesita acudir a ella.
Como la cultura del consumismo regula el comportamiento del ser humano, de manera constante, es importante evaluar el concepto que expresa que los médicos tienen la potestad de sanar y que los medicamentos tienen la virtud de restablecer, lo cual en parte es verídico, sólo que anula la capacidad mental, energética y espiritual, que posee cada cual, para superar por sí mismo sus enfermedades.
Cuando la enfermedad se hace presente en la vida de una persona todas las demás prioridades pasan a un segundo plano y todo aquello que poseyó gran significación declina en su vigor cediendo terreno inevitablemente a lo que brinde la posibilidad de restituir el orden y de encontrar el cauce de la salud.