Si una enfermedad surge en la vida de una persona las demás prioridades pasan a un segundo plano, lo que conlleva a valorar las diversas opciones que conduzcan a la restauración; la astrología como saber milenario ha ofrecido desde siempre su visión y ha planteado alternativas, tal cual se evidencia con el tema de la ingesta de medicamentos bajo horarios específicos. Lo cierto es que cuando se inicia un proceso o un tratamiento, ese momento tiene implicaciones sobre su evolución futura tal cual sucede con el surfista que espera la llegada de la ola perfecta para lanzarse en la cresta y lograr su cometido. Es por eso que para elegir el inicio de los tratamientos hay que tener presentes varios referentes que pueden ser de gran estima y entre los cuales sobresalen:
La actitud del médico, su energía y la capacidad sanadora de manera intrínseca que él posee.
La receptividad del paciente ante el medicamento, el médico y el tratamiento; al igual que las ganas de mejorarse.
La relación entre el paciente y el médico.
El tipo de medicamento y los componentes que le son propios.
Los procedimientos que condujeron a manipular o crear los medicamentos.
Los ritmos en la ingesta del medicamento.
El empleo de un medicamento hace parte de un conjunto que ejerce presiones físicas, energéticas, biológicas y sutiles tendientes a que la salud nuevamente sea un hecho. En el tema de los ritmos en los que se deben ingerir los medicamentos es importante tener en cuenta varias premisas entre las cuales sobresale la situación de la luna al igual que los movimientos de la tierra en el sentido que son claves para precisar fechas importantes y horas adecuadas para el inicio de los tratamientos: si se inician en la fase creciente los resultados son inmediatos, en cambio la fase menguante se emplea cuando se pretende que los medicamentos tengan un mayor impacto e incidan sobre lo estructural y las horas de la mañana son mucho más eficientes.
