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La idea original del zodíaco

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Lo cierto es que el zodíaco alude a la banda celeste de 18 grados de ancho por la que se desplazan los planetas y lleva en su seno ‘las figurillas’ que fueron así conocidas por los griegos y que aluden a las figuras representativas de los signos y las constelaciones.

En la antigua Mesopotamia se establecieron las bases de múltiples teorías que en torno a la periodicidad a la que se supedita la dinámica vital, cosa que inspiró a los griegos y les indujo a crear la memorable frase “ciclo circadiano” y que constituyó el primer referente estructurado tendiente a valorar por primera vez las dinámicas a las que la vida en su conjunto se exponía, lo que les permitió entrar en un proceso de especialización que terminó corroborando con el transcurrir de los años que el ser humano en su conjunto está empalmado con los ritmos de la naturaleza y por ende del cielo. Para esto se valieron de la mitología y recrearon una diversidad de nombres con el fin de evidenciar en los hechos la sincronía que existía entre lo terreno y lo cósmico. Los griegos, enriquecieron esos saberes y le dieron una forma especial y una orientación muy particular que condujo al surgimiento de una multitud de atributos simientes tal como los conocemos hoy.

Las culturas antiguas validaron la presencia de la ciclicidad a la que se exponía la dinámica vital en su conjunto, lo que hace entrever que estas investigaciones condujeron al surgimiento de múltiples teorías tendientes a conocer sus alcances. A raíz de estos análisis surgieron las diversas técnicas astrológicas tendientes a auscultar en el futuro, las cuales han sido valoradas desde tiempos remotos y evidenciadas en los hechos, lo que hace entrever que su eficacia es precisamente la que ha dado pie a su preservación. En la época medieval se generalizó la visión de los astrólogos como matemáticos, en el sentido que en su gran mayoría se dedicaban a realizar múltiples cálculos relacionados con el movimiento de los planetas, pero también sobre la periodicidad propia de la vida humana en congruencia con la dinámica estelar. Es por esa razón que las leyes propias de la mecánica estelar son un asidero estratégico para comprender todo lo pertinente a los destinos humanos.

Cabe señalar que la observación de la realidad celeste y la confluencia entre los acontecimientos manifiestos en la bóveda estelar y aquellos presentes en la tierra se convirtió en fuente de inspiración para profundizar en los destinos humanos y en los procesos a los que cada persona se expone mientras vive. La medición de las estaciones, el surgimiento de los calendarios y el cálculo de las lunas llenas y nuevas fueron un referente de enorme importancia para entender la periodicidad a la cual el ser humano y su vida se hallaba expuesta. Esta labor estuvo en manos de los astrólogos y hoy la han asumido la fisiología y la cronobiología entre otras áreas del saber. Esta última ha logrado evidenciar mediante sus investigaciones sobre los relojes biológicos en la presencia de personas o situaciones que marcan hitos en la dinámica individual como si se tratara de dioses que determinan la historia humana y para lo cual y a diferencia de las culturas antiguas, se hace viable emplear apelativos como sincronías, conexiones, atracciones, magnetismo y gravitación entre otras.

No se puede evitar que todas las religiones desde la más remota antigüedad hayan contemplado el cielo como un referente decisivo de la dinámica vital y de los procesos a los cuales el todo se hallaba supeditado; es por eso que integraron la realidad cosmológica en sus ritos, celebraciones, mitos y creencias, pero también en sus actividades cotidianas e inclusive comerciales.

Cabe señalar que los caldeos hicieron énfasis en el horóscopo individual y en el análisis de las circunstancias pertinentes a cada persona, motivo por el cual en el mundo helenístico con el transcurrir del tiempo se elaboraron teorías distintas en torno a los alcances que tenía el zodíaco, los signos y los planetas con los procesos a los cuales los seres humanos se hallaban expuestos.