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Los dioses y los astros

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La ciencia y particularmente la Cronobiología ha logrado sacar a la luz una verdad conocida de antaño, en torno a que la vida y las dinámicas que le son propias se encuentran emparentadas con los dos grandes luminares. Solo por el hecho de que el sol salga por el horizonte o se apreste a hacerlo, los seres vivos que están en esa localidad se ven afectados, lo que hace entrever que su presencia determina la historia de la vida, en cuanto a que se comporta como el amo y el señor de los procesos biológicos, cosa que los antiguos no podían interpretar de otra forma, sino dándole un apelativo divino y encontrando términos propios de sus creencias para poner en evidencia sus campos de acción. Así fue que surgieron los dioses de las religiones en el sentido que se refieren precisamente a los planetas y en particular al sol y a la luna, con el fin de plantear la existencia de una sintonía, pero muy especialmente de una dependencia de ellos y en el caso del ser humano de sentirse subyugado ante su presencia e impresionado ante sus influencias. Por tal motivo los dioses y los astros forman un núcleo que condujo a que las distintas religiones le asignaran a cada planeta una multitud de atributos y de cualidades porque simplemente lograron percibir el poderoso vínculo que existía entre los sucesos terrestres y la dinámica celeste.