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Los planetas de la fecha natal

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Una carta astrológica cuenta con los planetas y las cúspides de las casas, que se consideran como vórtices energéticos o referentes estructurales que dan luces para calcular mediante los tránsitos las fechas de los acontecimientos que puedan tener un particular impacto sobre la vida de una persona.

El referente de los análisis astrológicos son los signos, los astros y demás variables propias del instante natal y partiendo de allí se tienen en cuenta los movimientos cotidianos de los diferentes planetas con el fin de calcular las fechas de los sucesos y los alcances que puedan tener.

Los planetas de nacimiento son como nuestros nervios y los referentes estructurales de nuestra dinámica vital, ya que en el instante natal se evidencia en los hechos la presencia de ‘una impronta’ que marca la vida y determina la historia, razón por la cual los tránsitos planetarios propician el surgimiento del escenario ideal para la materialización de determinados acontecimientos.

Como producto de la velocidad de traslación de algunos planetas y por ende de los campos de acción que tengan sobre la vida de una persona, los astrólogos desde siempre han ido perfeccionando distintas metodologías tendientes a interpretar lo que esto puede llegar a significar.

Los planetas natales

Los planetas con los detalles que le son propios presentes en el día y hora natal son el asidero estructural de todos los análisis astrológicos y el punto de partida para la medición de los distintos procesos temporales a los que cada persona se expone. Se contemplan como si estuviesen estáticos y son asideros que nos permiten interactuar con el mundo y con todo lo que contiene, pero también se asemejan a unas antenas que nos mantienen en sintonía con el cosmos y es precisamente allí en donde los astrólogos se detienen con el fin de elaborar mediciones en torno a los tránsitos del día a día y sopesan cuidadosamente la injerencia que tienen sobre los puntos claves de nuestra carta natal para cualquier etapa de la vida.

El cielo de nacimiento y los ciclos

Si el ser humano se dispone a indagar en la expresión emocional y psicológica que le es característica, al igual que sobre las infidencias propias de su naturaleza, está en condiciones de develar el tipo de cielo que le vio nacer y de la misma manera si indaga en las estrellas, se sentirá facultado para conocer sus inclinaciones más recónditas y los procesos temporales a los que se expone. El área predictiva de la astrología se erige como una opción valedera cuando existe la pretensión de adelantarse en el tiempo para identificar los escenarios a los cuales se va en camino y de clarificar cuáles son esos eventos que están pactados para una temporada venidera.

Los tránsitos al igual que las progresiones y las revoluciones lunares y solares se convierten en referentes cósmicos que refuerzan la expresión simétrica de la vida, haciendo ver todo aquello que nos ocurre como parte de unos patrones o de unas directrices específicas que aluden a experiencias a ser vividas.

La ciclicidad propia del proceso vital terrestre lleva en su seno una serie de sincronías con la dinámica que sugiere el entorno celeste, lo que refuerza las teorías astrológicas tendientes a hallar en el cielo una explicación a los procesos a los que la vida en su conjunto se expone.

Los ciclos estelares de amplio orbe de influencia están relacionados con dinámicas globales como se evidencia por medio del movimiento de la precesión equinoccial que se extiende durante 25920 años y que es considerado de gran estima para indagar sobre los procesos macro a los cuales se expone la humanidad en su conjunto y los de corta duración marcan hitos en la realidad personal.

Las diversas técnicas predictivas constituyen mecanismos ideados por los estudiosos de las estrellas con el fin de comprender la dinámica armoniosa bajo la cual fluye la vida, por tal motivo, bien puede decirse que no existen culpables sino solamente acuerdos y necesidades de explorar vivencias y búsquedas de colmar determinados cántaros de algunos saberes.

El libre albedrío propio del ser humano le permite acceder voluntariamente a la dinámica armoniosa de estas influencias o por el contrario resistirse y entrar en crisis. Por tal motivo de nada vale complicarnos ante la lluvia o renegar de la vida. El empleo de los ritmos estelares nos faculta para avanzar con un conocimiento de causa y solamente por el hecho de vibrar en tonalidades más altas se torna viable responder y por ende vivirlo de una manera diferente.

Los procesos vitales del ser humano

Los preceptos que refuerzan la existencia de una misión a la hora de venir a este mundo realzan la presencia de una serie de compromisos, tareas y de retos que en su conjunto se convierten en la fuente de sus aprendizajes y de la experiencia a ser atesorada. Los conocimientos a los que se accede, ya sea derivado de la expresión amable o dolida producto de lo explorado o lo vivido, se ciñe a las sugerencias de unos ciclos que pueden ser medidos con antelación. Es necesario tener en cuenta que se posee de manera latente el potencial para explorar lo que requiere. La configuración estelar propia del natalicio, por ser el punto de partida de la senda a ser transitada, tiene mucho que decir en torno a lo que le espera, ya que se convierte en un testigo de planes, sueños e ilusiones de vida y de apropiaciones que se definen y se acuerdan desde antes de nacer y que se plasman en los hechos con la primer inhalación, lo que hace entrever que cada persona lleva encriptadas en lo profundo de su ser y de su cielo natal las fuerzas latentes sobre aquello que ha de vivir en salud, amor, suerte, quehacer, profesión y tipo de personas que necesita para compartir con ellas.